Dijo Wert en el Parlamento que había que españolizar a los catalanes y le formaron la de Dios es Cristo. Claro, es que los nacionalistas llevan 35 años catalanizando a los habitantes de Cataluña y maldita la gracia que les hace que ahora les desmonten la “nación” que se han ido fabricando. Todos los países inculcan valores patrióticos en sus ciudadanos, pero no en España. A quien está por el españolismo, para amedrentarlo, para coaccionarlo, lo llaman fascista. Como si no lo hicieran los demócratas, los comunistas, las monarquías, las repúblicas o cualquier otro. Hemos dejado que nos impongan como único patriotismo o nacionalismo válido el de la patria chica, y que el de la patria grande es malvado y perverso, y así nos va.
Al arrancar la democracia, los nacionalistas catalanes empezaron a exigir catalanismo desde el minuto uno: autonomía, más autogobierno, inmersión lingüística, más transferencias, privilegios fiscales, más dinero… Los distintos Gobiernos del PSOE y del PP que han tenido que pactar con ellos han ido cediendo y participando en fomentar los nacionalismos periféricos y, por tanto, el antiespañolismo. Y a los nacionalistas, cuanto más se les daba, más exigían. Llegó un momento en que ya no había más transferencias o privilegios que concederles, sólo dinero. Y se les daba más dinero (parece ser que Pujol y tantos otros se lo repartían). Cando ya no había más que darles seguían exigiendo más y más y amenazaban con la independencia… y se les daba más con la excusa de que así se calmarían.
Ahora inician un delictivo proceso de sedición, y sale la izquierda española proponiendo soluciones “innovadoras” con las que aseguran que los apaciguarán: Podemos e IU proponen permitirles un referéndum de autodeterminación. Que si sale que NO a la independencia no impedirá que los nacionalistas e independentistas sigan con la matraca. Pero es que si sale que SÍ… ¿les das la independencia o haces un referéndum sobre el tema en toda España?, porque la soberanía recae en el pueblo español. Y si éste sale que NO, volvemos al punto de partida. Y si sale que SÍ, los echamos de España (con las graves consecuencias que tendría para todos).
Luego está el PSOE, con su retórica huera, lanzando al aire frases del tipo “hay que buscar el encaje de Cataluña en España”, como si se tratase de incorporar un territorio de otro continente, con otra cultura, otra religión, otras tradiciones,… que nunca ha tenido contacto con España. Y nos presentan su solución infalible: “el federalismo asimétrico”. Es decir, la doble vara de medir. Pretenden montar un sistema federal en España donde existan regiones privilegiadas y otras regiones discriminadas. Y con esto los del PSOE se cargan la igualdad entre los españoles… una vez más. Ellos intentan contentar a los nacionalistas. A los extremeños, castellanos, manchegos, andaluces,… que les den sopa con hondas.
Pues estas son las soluciones de la izquierda española, más de lo de siempre. Volver a ceder ante el chantaje nacionalista y apaciguarlos dándoles todo lo que quieran. O la izquierda española es muy lela e incapaz o es que simplemente les importa un comino el bienestar de España y de los españoles.
Luego tenemos por la derecha al PP. Éstos amagan, pero no dan. Adoptan la pose de defensores de España y de los españoles (lo cual incluye a Cataluña y a los catalanes), pero sin pasar del gesto. Hacen declaraciones con solemnidad institucional, pero sin pasar de las palabras, dejando pasar el tiempo y que el independentismo se vaya consolidando.
Y mientras tanto, los independentistas encantados. Con los demás partidos dedicados al postureo ante sus votantes, los independentistas delinquiendo impunemente con descaro, convencidos de que les sale gratis. Más que gratis, muy ventajoso.
En tiempos de la II República, Lluis Companys se subió al balcón y declaró la República catalana. La II República reaccionó ante la sedición enviando al ejército, la Guardia Civil y los Guardias de Asalto. Hubo altercados, heridos, algunos muertos y el Gobierno catalán acabó en la cárcel Modelo de Madrid (incluido el Presidente Lluis Companys) Y es que no tenemos término medio.
A estas alturas está más que claro que el nacionalismo/independentismo no se apacigua con cesiones, con darles todo lo que quieran, no. Es necesario descabezarlo y para eso están las leyes. Los responsables políticos no pueden estar por encima de la Ley, sino todo lo contrario: deben dar ejemplo. UPyD ha denunciado a varios de ellos por delitos como la conspiración para la sedición o la malversación de caudales públicos.
¿Por qué mucha gente no roba, o no mata o no va a 200 km/h por la carretera? Porque irían a la cárcel. Si los líderes independentistas que delinquen con actos secesionistas fuesen a la cárcel, ¿quién los reemplazaría? Si algún exaltado lo intentase de nuevo y fuese a la cárcel, ya no lo volverían a intentar ni los más fanáticos y destalentados. Y más si tenemos en cuenta que todos estos líderes independentistas no tienen vocación de héroes ni mucho menos de víctimas.
Quedaría el problema de las masas que han educado en el nacionalismo, a las que les han inculcado desde la infancia el victimismo y el odio a España. Habría que evidenciar las mentiras, las manipulaciones, las tropelías,… del nacionalismo y educar a todos los españoles en los mismos valores y en el respeto y cariño a su patria, como se hace en todos los países.
Es necesario recuperar la competencia de Educación para el Estado central. Es necesaria una modificación de la Ley Electoral para que no dé más poder a los cuatro que quieren acabar con España que a los cuarenta que quieren defenderla. Es necesario educar a todos los españoles en el respeto a los símbolos, a los valores, a las culturas y a la Historia de España. Es necesario aplicar las leyes a todos los delincuentes por igual, especialmente a los cargos políticos, especialmente a los secesionistas. Es necesario que la fiscalía actúe de oficio en función de los delitos y no en función de los intereses políticos. Es necesaria una regeneración democrática.

Cuando en 2007 UPyD empezó a hablar de “regeneración democrática”, sonaba extraño. Algunos lo llamaban populismo. Otros, demagogia. Para muchos era algo de lo que había que desconfiar. Todas las medidas de regeneración democrática que ha ido proponiendo UPyD han ido siendo rechazadas sistemáticamente por el Parlamento. De pronto, con la agudización de la crisis, con la desesperación de la gente, con la creciente indignación de la ciudadanía contra los políticos, después de que los votantes muestren su hartazgo y su desprecio, todos han recurrido al concepto. Han querido aparecer como los abanderados de la regeneración democrática y le han dado el sentido que les venía bien, especialmente en un mitin o en una tertulia televisiva, especialmente en estas últimas elecciones municipales y autonómicas. Así que, ¿qué es la regeneración democrática?
Pues es evidente, regenerar es volver a generar. Está claro. Pero… ¿para qué volver a generar algo que ya ha sido generado? Pues porque ya no es lo que era, ya no es lo que se quería que fuera. Porque han desvirtuado, pervertido y adulterado los valores fundamentales de la democracia. Porque han prostituido los conceptos. Porque han corrompido los mecanismos e instituciones.
De una democracia moderna se espera una separación de poderes, porque no puede haber independencia del Poder Judicial cuando los máximos órganos son elegidos por los políticos. Esto puede implicar que las leyes ilegales o que los políticos corruptos sean amparados por los jueces enchufados.
Los ciudadanos pagan impuestos para que los políticos los utilicen para proporcionales bienes y servicios, para ayudarles a solucionar sus problemas. Y en lugar de eso han construido enmarañadas redes clientelares. Los han utilizado para financiar ilegalmente sus partidos, para cobrar sobresueldos, para cobrar comisiones ilegales por obras y contratos públicos,… En una palabra: CORRUPCIÓN. Una corrupción económica que se podía paliar en buena medida con una herramienta fundamental: TRANSPARENCIA.
Las instituciones públicas están fiscalizadas, pero las empresas públicas no. Y han proliferado como una plaga bíblica. Muchas de estas empresas públicas no aportan nada al ciudadano (que las sostiene con sus impuestos), pero son muy útiles para enchufar a los miembros del partido y a sus arrimados. Los sueldos no deben cumplir ningún baremo, así que se pueden inflar tanto como se quiera. Los contratos no deben cumplir las normas de publicidad que deben seguir las administraciones públicas, así que dan pie a todo tipo de corruptelas y corrupciones. Mucha gente sospecha que esas empresas son creadas por los políticos para robar a los ciudadanos, y si un día se dignase a investigarlas algún juez imparcial, probablemente quedarían probadas esas sospechas.
Por otro lado, lo público se ha convertido en un cortijo de políticos de dudosa honorabilidad. Políticos que están expoliando todo lo público y poniéndolo en manos de grandes empresas privadas. Políticos que tienen un contrato con la ciudadanía por cuatro años y que ceden la explotación de los recursos públicos a empresas privadas por 25 años. Políticos que firman contratos garantizando beneficios enormes a las empresas contratantes aunque sea dándoles ese dinero de las arcas públicas. Políticos que han sido echados de su cargo por las urnas, que están en funciones, y que siguen firmando contratos por décadas. Políticos que están privatizando la recogida de basuras, el suministro de agua,… ¡hasta el aparcar en la vía pública! Servicios que antes proporcionaban las administraciones públicas, con empleados públicos, con recursos públicos, pagados con los impuestos de los contribuyentes,… y que ahora proporcionan empresas privadas. Al privatizarse todos estos servicios públicos, se necesitarán menos empresas públicas, menos organismos públicos, menos empleados públicos, menos impuestos,… Pues, curiosamente, se han aumentado las instituciones públicas, las empresas públicas, los empleados públicos, los impuestos,… Que alguien me lo explique, o que se lo explique a un juez imparcial.
Los derechos y libertades de los ciudadanos están siendo recortados. Cada nueva ley que promulgan, cada modificación de una ya existente, es una prohibición más. Los actos más cotidianos los están tipificando como graves delitos. Las penas cada vez más duras. Los controles cada día más exhaustivos. El libre albedrío, anulado.
Se han cargado la igualdad ante la ley. No tienen los mismos derechos un vasco que un extremeño o un catalán que un manchego. No se aplican las mismas leyes a los hombres y a las mujeres. No se juzga de la misma manera al diputado aforado que al ciudadano que le vota…
Los partidos políticos deberían tener un funcionamiento interno democrático, pero no es así. En UPyD, desde el principio y siempre, se realizan las elecciones internas por el democrático procedimiento de primarias. Ahora casi todos se apuntan a las primarias, y casi todos las esquivan con alguna argucia.
Al final todo es mentira, todo es pose, todo es aparentar, todo es de boquichi, todo es prometerle al ciudadano lo que quiere oír, pero no cumplirlo. El PSOE y el PP son los adalides de la corrupción, los artífices de la castración a la democracia, los implantadores de la desigualdad, los cabecillas del expolio de lo público, los culpables de la justificada indignación ciudadana. No pueden venir ahora de líderes de la regeneración democrática.
Estando en estas surgen dos esperanzadoras opciones, una por la derecha y otra por la izquierda. Se presentan como renovadores, como regeneradores. Crean expectativas e ilusión. Una ilusión de la que está muy necesitado el ciudadano de a pie. Cada frase que pronuncian es para distanciarse del “PPSOE” o para acusarlos de los males del país. Por supuesto, hablan de regeneración democrática. Todos los días. Después de la palabrería, después de las promesas, después de las elecciones, después de los pactos postelectorales, cuando se pasa de la teoría a la práctica, cuando se sale de los sueños y se asienta la realidad, vamos viendo cómo esas diferencias se van diluyendo, cómo los que antes eran casta a hora son compañeros de cama, cómo lo mismo se pacta con Juana que con su hermana, cómo esos nuevos y diferentes partidos se van mimetizando con los viejos. Cómo van demostrando ser falsos los bonitos axiomas que proclamaban. Pero si está Albert Rivera pidiéndole al PP primarias mientras él se ha proclamado candidato a la presidencia del Gobierno saltándose las primarias con el artificio de los avales. ¿Qué esperanza nos queda de regeneración democrática?
Nos queda el original. Nos queda UPyD. Por todo ello y por mucho más, es necesario un UPyD libre. Un UPyD independiente. Un UPyD que defienda su manifiesto fundacional. Un UPyD con el respaldo de la ciudadanía. Y UPyD es necesario porque es necesaria una regeneración democrática.

Hoy han asesinado a una mujer. Ha sido su marido Han convocado una concentración en la puerta del Ayuntamiento de Mérida a las 12. Vengo de allí. Llegué diez minutos antes. Sólo estaban las que iban a leer la repulsa y los medios de comunicación. Ya eran casi las 12, un par de minutos faltaría, cuando empezaron a llegar los representantes de los partidos políticos. Risas, bromas, saludos. Parecía aquello una celebración. En el reloj del Ayuntamiento sonó la primera campanada. Gesto serio en todas las caras. Silencio absoluto. Todos pendientes de las cámaras que recogían el acto. Una señora leyó un papelito con gesto compungido y gruesas palabras de repulsa. Aplausos al terminar la lectura. Las cámaras se mueven y recorren la hilera que habíamos formado. Cara de circunstancias en todos los que posaban. Terminan las cámaras. Desbandada. Los que se quedan mutan el gesto. Sonrisas, besos, presentaciones. Más sonrisas y besos en la persona que tan lastimeramente había leído la repulsa. Pasan 5 minutos y quedan algunos corrillos. Las conversaciones, las propias de cualquier café o taberna. ¿Realmente le importaba a alguien la muerte de la mujer asesinada? ¿Realmente hay gente que quiera acabar con la llamada “Violencia de Género”?
Yo creo que las que mueven el cotarro de la Ideología de Género no tienen el más mínimo interés por acabar con ella, y los demás tampoco. Para solucionar un problema, lo primero que hay que hacer es conocerlo. Hay que conocer el porqué, las causas, para poder ponerles remedio. Pero no se hace eso. Lo que se hace es lo propio de cualquier ideología: magnificar hasta la hipérbole lo que señalan como el mal y tapar lo que contradiga sus dogmas.
Así, se contabiliza como asesinato de violencia de género cualquier acto en que un hombre asesine a su pareja o expareja mujer. ¿Cuáles son los motivos por los que una persona puede matar a otra? Odio, venganza, dinero, trastornos mentales, defensa propia o de su entorno, ajuste de cuentas,… La tipificación de violencia de género viene definida en la Ley Orgánica 1/2004 * Pero luego se contabiliza como “violencia de género” cualquier asesinato, aunque no cuadre con la definición, falseando los números. Por otro lado, los asesinatos y malos tratos de mujeres a hombres o se archivan o se meten en un cajón de sastre llamado “violencia intrafamiliar”, donde se disimulan entre el maltrato o asesinato de niños, abuelos,…. y otras vilezas similares.
Por tanto, ni sabemos, ni quieren que sepamos cuántas mujeres son víctimas de violencia de género, cuantos hombres, niños, ancianos,… ni el motivo de esos crímenes. ¿Y así quieren evitarlos? Claro que no, van a la solución típica de las dictaduras: mano dura, represión. ¿Aún no nos hemos enterado de que esa no es la solución a los problemas, sino un problema en sí mismo? ¿De verdad quieren acabar con la “violencia de género” o es simplemente un negocio del que vive mucha gente? Porque es que nos está saliendo tremendamente supercarísimo y no sirve para nada: siguen muriendo las mismas mujeres. Y cuando alguien cuestiona algún dogma, ven en peligro su chiringuito y atacan con una ferocidad salvaje. Que se lo pregunten a Toni Cantó, que ha sido víctima de tal represión.
Para solucionar el problema es necesario poder hablar libremente de él, sin que nos represalien las feministas de género. Es necesario conocer con detalle y veracidad las mujeres que son asesinadas y los motivos, así como la situación de los hombres, niños, etc. Deben publicarse estadísticas verdaderas, y no sesgadas como se hace ahora. Es necesario modificar la Ley Integral de Violencia de Género para que se ajuste a la realidad de los hechos (y no a las pretensiones de la Ideología de Género), para que sea más justa (y no tan discriminadora), y para que contemple a todos los maltratados (y no sólo a un colectivo). Es necesario que los políticos se involucren de verdad (y no se limiten a la pose). Es necesario que jueces y fiscales se dediquen a impartir justicia (y no a condenar a inocentes y a exculpar a delincuentes). Es necesaria una regeneración democrática.
* Según la Ley Orgánica 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género (conocida como Ley Integral), este tipo de violencia “es el que se produce como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres,…”
En los últimos años se ha establecido una preocupante relación entre los políticos, las empresas y la privatización y concesión de explotación de servicios públicos. Agotado el chorreo de dinero del ladrillo, parece que la nueva fuente de ingresos para ciertas empresas y ciertos políticos es la privatización de lo público.
Los ciudadanos están viendo con sorpresa e indignación cómo los políticos están desmantelando en cuatro días la gran red de servicios públicos construidos a lo largo de las últimas décadas y que constituían el armazón del Estado del Bienestar. Vemos cómo se privatizan desde el suministro de agua al alumbrado público. Desde la recogida de basuras a las plazas de aparcamiento en la calle. Desde la gestión de los hospitales al Registro Civil. Desde la producción de contenidos para las televisiones públicas a las telecomunicaciones. Hasta el extremo de que las tareas propias de las Administraciones Públicas (como la gestión de documentos o la seguridad de los Ministerios) se contratan con empresas privadas.
Nos cuentan que la gestión privada es más eficaz. En ese caso, los gestores públicos deberían dimitir por incompetentes. Nos cuentan que la gestión privada es más barata. En ese caso, los gestores públicos deberían dimitir por incompetentes y por mentirosos: estamos viendo cómo, en cuanto privatizan algo, enseguida nos cuesta más caro. La limpieza viaria privada es un 71% más cara que la pública. Y la calidad… ¿Qué calidad? La gestión documental que hacía la Administración de las pensiones, partes de baja, orfandad,.. la contratan con la filial de una gran empresa, la cual lo subcontrata a una empresa pequeña, la cual busca en internet a unos chavales dispuestos a trabajar por cuatro duros. ¿Qué calidad cabe esperar de los chavales contratados por cuatro duros por una subcontrata, contratada por una contrata, contratada por una Administración Pública? Pues que en cuanto encuentren algo mejor se vayan, dejando la subcontrata de la contrata de la Administración Pública constantemente sin personal realmente cualificado para ese puesto.
Como ejemplo paradigmático, se puede hablar de cierto pueblo (de cuyo nombre no quiero acordarme) en el que la eterna promesa ha sido la construcción de una piscina pública. Los distintos partidos que lo han gobernado la prometieron antes de ser elegidos y una vez elegidos lo incumplieron. Los ciudadanos empezaron a construirse sus propias piscinas privadas en sus casas. Al tiempo, se creó una mancomunidad de municipios para surtirse de agua potable. Se construyó un carísimo embalse, canalizaciones, depuradora,… Todo con dinero público, por supuesto. Cuando está todo perfectamente operativo, se le concede a una empresa la explotación del servicio de aguas. Automáticamente suben el precio, pero no la calidad del servicio. De hecho, se averió la depuradora, los pueblos de la zona estuvieron sin agua en sus casas varios días y encima, el coste de la reparación se la cargaron a los ciudadanos. Para mear y no echar gota.
El resultado de esta privatización ha sido que, en un momento de grave crisis económica, con muchas familias pasando penurias, los ciudadanos no pueden tener un huerto que ayude a la paupérrima economía familiar porque no pueden pagar el agua necesaria. Los vecinos no pueden bañarse en su piscina porque sale muy caro el llenarla y tampoco pueden usar la piscina pública porque siguen sin disponer de ella.
¿En qué ha beneficiado a los ciudadanos la privatización del servicio de aguas? ¿Quién se ha beneficiado de la privatización? ¿La empresa concesionaria? ¿Los alcaldes de los pueblos? ¿Algún intermediario? ¿Cómo es posible que estén privatizando todo lo público al mismo tiempo que crece el número de Administraciones Públicas, de empleados públicos, de empresas públicas, de instituciones públicas, de observatorios públicos… ?
Algo huele a podrido en Dinamarca. Las cuentas no me cuadran. Los ciudadanos están indignados. Los políticos a lo suyo, de espaldas a la ciudadanía y mangoneando los caudales y los servicios públicos. Hay que revertir esta situación. Tenemos infraestructuras, empleados, instituciones, administraciones y medios públicos suficientes para gestionar los recursos y los servicios públicos. Es necesario acabar con el expolio. Es necesario pararles los pies a los políticos y encarcelar a los corruptos. Es necesario que los ciudadanos exijan que les devuelvan lo que es suyo. Es necesario que los políticos trabajen para los ciudadanos y no para sí y para sus partidos. Es necesaria una regeneración democrática.

“Transparencia no es esto (mostrando un vaso con agua). Transparencia es la buena gestión…”, decía un concejal del PP en un pleno del Ayuntamiento. Pues no, Sr. Molina, no. Transparencia es la cualidad que tienen algunos materiales para dejar pasar la luz a su través, permitiendo que se vea lo que hay detrás, sin ocultar nada. Ese es el sentido que tiene el concepto TRANSPARENCIA en política: que no se oculte nada, que los ciudadanos puedan conocer dónde se gasta cada euro de los que aportan ellos al fisco, y el que pretender ocultar se convierte en sospechoso. No podemos olvidar que tenemos una serie de Administraciones Públicas para que nos proporcionen los servicios que necesitamos los ciudadanos: Sanidad, Justicia, Educación, Seguridad, Infraestructuras, Servicios Sociales, Cultura,… Y para ello aportamos grandes cantidades de dinero. Y ese dinero no lo aportamos los ciudadanos para que lo mangoneen a su antojo, ni para que nos impidan el conocer qué han hecho con él, a quién se lo han dado o para qué.
La Transparencia es crucial. Si existiese Transparencia, no existirían muchos de los problemas que hoy tenemos, al menos no con esta magnitud. Quizás no existirían la mayoría de ellos. Por eso resulta preocupante y hasta sospechoso el que casi todos los partidos políticos rehúyan la Transparencia. Para muestra un botón. UPyD pidió en el Congreso una ley de Transparencia en varias ocasiones. En todas ellas la tumbaron los votos en contra del PP y del PSOE, entre otros. Entonces, UPyD pidió que se publicasen en la página WEB del Congreso las nóminas de los Diputados, para que los ciudadanos sepan lo que pagan a sus representantes. También lo tumbó el PPSOE. Vale, pues entonces pidió UPyD que la página WEB del Congreso publicase las nóminas de los diputados de UPyD, que desde siempre han sido públicas en la página Web del propio UPyD. Pues una vez más se lo echaron para atrás. Pero el mensaje va llegando a la gente. Y la gente está harta de corruptelas, corrupciones, ocultación, mangoneos,… y un día, de la noche a la mañana, el Presidente del Congreso decidió publicar las nóminas de todos los diputados en la página Web del Congreso. Y, a renglón seguido, sacaron una ley de Transparencia que aprobaron con los votos del PPSOE. Por supuesto, y como suele suceder en estos caso, la nueva ley se llama de Transparencia, aparenta Transparencia,… pero sin que se transparente gran cosa ;-)
UPyD es el único partido que tiene un sobresaliente en Transparencia según Transparencia Internacional. Casi todos los otros partidos suspenden, incluidos el PPSOE, por supuesto. Y ese sobresaliente nivel de Transparencia deberían tenerlo todos los partidos, las administraciones públicas, los sindicatos, las ONGs,… y todas las organizaciones que se nutran de dinero público. Es que todas ellas deberían publicar, en un lugar de fácil acceso, dónde va a parar cada céntimo de dinero público. Es que si se publicasen los contratos que se hacen, a quién se le hacen, con qué condiciones, los costes previstos de las obras, los costes reales a final de obra, los sueldos que se pagan a unos y otros, las dietas, los privilegios, las concesiones,… habría menos corrupción, por un lado, y los ciudadanos tendríamos más claro a quién no debemos votar, por otro. Porque si vemos que el alcalde del pueblo trocea los contratos para no tener que sacarlos a concurso público, y que todos se los adjudica al mismo empresario, y que resulta que es el testaferro de tal cargo público,… pues otro gallo cantaría.
Si existiese transparencia, quizás no existiría el despilfarro de la administración paralela, quizás no existirían tantos enchufados, quizás no se daría dinero público a los amiguetes, quizás la ciudadanía exigiría la eliminación de los entes duplicados, quizás protestaríamos por la constante emisión de deuda pública para mantener el chiringuito de los de siempre,…
Por eso es necesaria una auténtica ley de Transparencia, no la simulación que han hecho para justificarse. Es necesario que los ciudadanos se conciencien y exijan su derecho a saber qué se hace con su dinero y quién se lo gasta y en qué. Es necesario que los políticos se apeen de su Olimpo y rindan cuentas a los ciudadanos. Es necesaria una regeneración democrática.
El Rey ha abdicado la corona y al instante ha saltado el debate. Un debate que en realidad no lo es. Realmente han sido ciertos colectivos y ciudadanos los que han aprovechado la coyuntura para pedir la república (una vez más).
Empecemos por el principio y simplificando:
¿Qué es una monarquía? Eso lo tenemos claro: un Gobierno en el que la más alta autoridad la ostenta un Rey. Esa pregunta es fácil
¿Qué es una república? Pues cualquier forma de gobierno en que no existe un Rey. Esta también es fácil.
Cuando se pide una república, ¿qué se está pidiendo? Eso ya es más complicado. Tan república es el “capitalismo salvaje” de los democráticos EE. UU. de América como el socialismo de la dictadura militar de la URSS.
Lo que se ve en televisión son jóvenes enarbolando banderas de la II República con nostalgia de algo que nunca han conocido. ¿Realmente quieren que vuelva aquello? Lo primero que hizo la república fue el prohibir los partidos monárquicos y el establecer la censura en los medios de comunicación. Aquella fue una época muy convulsa, con constantes huelgas y manifestaciones que solían acabar con un montón de heridos y varios muertos. En aquella república las distintas ideologías iban armadas por la calle, constituidas en milicias. Los fascistas de la Falenge, los tradicionalistas de los Carlistas, los anarquistas de la CNT y de las FAI, los sindicalistas de la UGT, las Juventudes Socialistas,… todos iban armados y haciendo uso de las armas y dejando muertos por las calles y las cunetas por tener otra ideología política. Que no cuenten conmigo para una república tan antidemocrática, represora y violenta. Para muestra lo ocurrido en Casas Viejas cuando los Guardias de Asalto masacraron a unos anarquistas que se metieron de ocupas. “Ni heridos ni prisioneros, tiros a la barriga”, cuentan que ordenó Azaña. Otros dicen que el Presidente de la República no dio tal orden. Pero los muertos matados quedaron.
Cada cual da sus argumentos a favor de la república. Algunos aluden a la corrupción, como si los actuales corruptos fuesen a volverse honestos al ser imbuidos por los valores republicanos. O como si los sucesivos políticos que fuesen desembarcando en la Presidencia de la República no fuesen a maniobrar para colocarse después en algún consejo de dirección de alguna multinacional o como si sus familiares, amigos, camarillas, asesores,.. fuesen inmunes a la tentación del dinero público.
Otros pretenden justificarla amparándose en los valores democráticos. Paradójicamente, suelen ser los mismos que admiran y apoyan las dictaduras socialistas como la soviética o la cubana. Aún no he oído a nadie pedir que se pueda elegir democráticamente a ningún cargo más que al Presidente de la República. ¿Ya? ¿Ahí se acaba la democracia? ¿Por qué no podemos elegir a los Ministros? ¿Por qué no podemos elegir a los embajadores que nos representarán en todo el mundo? ¿Por qué no podemos elegir a los altos funcionarios que decidirán cómo se aplican las políticas o cómo se han de interpretar las leyes que nos pueden meter en la cárcel? ¿Por qué no podemos elegir a los cargos mejor pagados, los de las Diputaciones Provinciales? ¿Por qué no podemos elegir a los jueces o a los policías como en Estados Unidos?... Pues porque el tema de la elección democrática no es el motivo, sino la excusa que utilizan algunos para justificar la imposición de una república.
Los hay que pretenden desprestigiar el concepto Monarquía presentándolo como algo anacrónico. Se les olvida que las repúblicas también tienen miles de años, que se lo pregunten a los antiguos romanos o a los antiguos atenienses. De hecho, ya escribió Aristóteles sobre su concepto de República. Y evolución y actualización de la monarquía ha sido constante hasta llegar a la monarquía parlamentaria, que en esencia es una república hereditaria.
Y no es que yo prefiera la monarquía a la república, como tampoco prefiero la república a la monarquía. Pero existe un concepto que se define como “lealtad institucional”, que algún valor debiera tener. Y si se cambia algo debe ser para mejorar. Cambiar por cambiar es una estupidez a la par que una temeridad, porque no sabes cómo te va a salir el experimento. Desde la monarquía, la propia inercia me frena el paso a la república, como desde la república la misma inercia me obstaculizaría el acercamiento a la monarquía. Porque no hay ninguna razón de peso. Porque el único motivo que tienen muchos es ideológico, y esas ideologías ya derramaron demasiada sangre en el siglo XX como para actuar de garantistas ahora. Los problemas de España y de los españoles no se solucionan cambiando a un Rey por un Presidente de República. Lo imprescindible es que las instituciones funcionen. Lo que importa es una auténtica ley de transparencia. Lo necesario es que todos seamos iguales ante la ley. Lo urgente es que los políticos pasen de las algaradas ideológicas y de los intereses partidistas a centrarse en solucionar los problemas de los ciudadanos, que es su obligación. Lo irrenunciable es que las Administraciones se dediquen a servir a los ciudadanos en lugar de utilizarlos como fuente de ingresos por cualquier vía y con malas maneras. Realmente no es necesario un cambio en el tipo de jefatura del Estado, lo que sí es necesaria es una profunda regeneración democrática.


Después de casi 40 años de dictadura, se vivió en España aquella alocada y reivindicativa época de la Transición. Se exhibía por entonces aquel juego de palabras, de apariencia incongruente, de Mayo del 68: “Prohibido prohibir”. Los carteles rogaban o pedían las cosas con amabilidad: “Se ruega silencio”, “No fumen, por favor”. Una vez consolida la democracia y probadas las mieles de la libertad por los ciudadanos, los políticos empezaron a controlar cada vez más la vida de las personas, restringiendo libertades. Los carteles ahora se mostraban negacionistas: “No pasar”, “No fumar”,… Como ya había muerto el dictador y se podía hablar libremente, se importó de EE. UU. una nueva tendencia que cercenaba de raíz la libertad de expresión a modo de “autocensura”: lo políticamente correcto. Una vuelta a la censura dentro de la ansiada democracia. Y avanzando el tiempo, los partidos políticos se convirtieron en organizaciones todopoderosas, corruptas, liberticidas y antidemocráticas cargándose la separación de poderes y haciendo ineficaces los mecanismos que los controlaban. Entonces las leyes cada día eran más estrechas, los ciudadanos más controlados, los derechos y libertades mermados. Los carteles ya no disimulaban: “Prohibido fumar”, “Prohibido pasar”,…
Hábilmente, han ido dosificando y promocionando todo este proceso con sutiliza consiguiendo que haya calado en la sociedad y que ésta no sólo no se oponga, sino que se haga partícipe. Si la juventud de antes era rebelde y contestataria, la de ahora es sumisa y colaboracionista. Es preocupante el ver cómo muchos ciudadanos y gran parte de los aspirantes a políticos pretenden solucionar problemas o cambiar las cosas a base de prohibiciones, por no hablar de los dirigentes políticos, claro. Podemos ver a quienes pretenden un Estado laico exigiendo que se prohíba a los legionarios participar en las procesiones del Cristo de la Buena Muerte, prohibiendo los crucifijos en los colegios o prohibiendo los capellanes en los ejércitos (por poner un ejemplo). Veo con sorpresa e incredulidad a muchos jóvenes defendiendo el que se prohíba beber, fumar, pasar un límite de velocidad, o realizar ciertas actividades porque es por nuestro bien. ¡Claro que es por nuestro bien! Franco también perseguía a los comunistas, imponía el catolicismo o fusilaba a los terroristas por nuestro bien. Los que mandan, cada hostia que nos dan, es siempre por nuestro bien. Gracias.
Así, tras la tragedia del Madrid Arena, lo primero que dijo la alcaldesa de Madrid fue que en Madrid no volvería a pasar otra tragedia como aquella porque se prohibirían ese tipo de celebraciones. Y es que cuanto más inútil es un político, más rápidamente recurre a la prohibición para solucionar los problemas. Ni se plantean usar el cerebro para encontrar una buena solución.
Es ya legendaria la lentitud en la Administración de Justicia. Pues al Ministro no se le ha ocurrido otra solución que poner tasas y legislar que quien pierda sus demandas tenga que pagar las costas del juicio. Al ritmo que va este Ministro, cualquier día se le ocurre la solución definitiva a la saturación de los juzgados: prohibir pleitear a los ciudadanos.
El feminismo de género ha alcanzado el colmo de la prohibición llevándola hasta la represión: como algunas decenas de hombres matan a sus parejas, han convertido a todos los millones de hombres inocentes en presuntos culpables. Ante cualquier denuncia de una mujer (por muy evidentemente falsa que sea), el hombre será condenado sin juicio mediante medidas cautelares, y cuando llegue el juicio tendrá que demostrar su inocencia, si fuese posible. Caso contrario será condenado de nuevo, por muy inocente que sea. Y con la implantación de esta terrible ideología ya se puede anular de un plumazo los derechos más fundamentales de un ciudadano como son la libertad de movimientos, la libertad de expresión, el derecho a participar en la educación de los hijos, el derecho a participar activamente en política… hasta pueden prohibir a los padres el ver y comunicarse con sus propios hijos en un acto propio de secuestradores.
Pero si es que ya está prohibido cortar una caña para blanquear, si te pilla la guardia Civil te meten una buena multa. Está prohibido pegarle tiros a una lata con la escopeta de balines, como te pille la Guardia Civil te quitan la escopeta y se te cae el pelo. Si es que te apetece un paseo en piragua por el Guadiana y no puedes porque también lo han prohibido. Las cosas más inocentes, cotidianas o que ayudaban a la economía familiar (como vender peces pescados en el río) ya están prohibidas. Que da la sensación de que todo está prohibido.
Comparando la dictadura de Franco con la democracia actual vemos algunas diferencias, por ejemplo, ahora no existe la pena de muerte, los periódicos tienen libertad para publicar (siempre que respeten la censura de lo políticamente correcto) y ahora hay más cosas prohibidas que en la dictadura. Cuando en una democracia hay más prohibiciones y, en ciertos aspectos, menos libertades que en una dictadura es porque algo está fallando. Pero si es que ya hasta muchos chistes los quieren convertir en delitos. Evidentemente, los que sean contrarios a la doctrina de lo políticamente correcto. Sólo les falta rescatar aquella frase del franquismo: “En España existe libertad, lo que no se consiente es el libertinaje”.
Lamentablemente, el Cuarto Poder, los informativos de la tele, esos que no saben dar una buena noticia, prescinden de limitarse a transmitir una información o un relato de hechos, y devienen en una revista sensacionalista, morbosa, macabra, regodeándose en los dramas humanos, explayándose en los detalles más hirientes y despreciables, y produciendo intencionadamente la sensación de impunidad de los malhechores y de indefensión de la sociedad, creando así en los ciudadanos una necesidad de clamar por mano dura, por leyes que prohíban esas situaciones sin que el ciudadano se dé cuenta de que andamos sobrados de prohibiciones y de mecanismos de represión en lo que a la ciudadanía de a pie afecta. Y los políticos, unos por incompetentes, otros obnubilados por su ideología, otros simplemente porque es lo más fácil y porque les sirve para justificar el sueldo, van y sacan una nueva ley con una nueva prohibición o modifican una ley anterior a la que le añaden otra prohibición o le dan una vuelta de rosca más a la prohibición ya existente. Y aquí nadie parece darse cuenta de que la prohibición y la represión no son la solución inmediata a los problemas. De hecho, pueden crear otros nuevos. Y es que si la prohibición y la represión solucionasen los problemas, las dictaduras serian eternas.
Hay que buscar a los problemas soluciones prácticas, hábiles, creativas y eficaces, buscando el bienestar de los ciudadanos y evitando el recortar sus derechos y libertades. Hay que averiguar la raíz de los problemas y solucionarlos allí, en lugar de atajar por el camino fácil prohibiendo los síntomas. Hay que exigirle a los políticos que se descabalguen de la respuesta fácil de lo políticamente correcto y que cojan el toro por los cuernos. Es necesario que se legisle pensando en los ciudadanos, en sus derechos y en su bienestar. Es necesario que se cese en el prohibicionismo. Es necesaria una regeneración democrática.