domingo, 12 de noviembre de 2017

Por qué ya no soy de UPyD








Yo me afilié a UPyD porque era el partido que defendía la igualdad en toda España y entre todos los españoles. Por tanto, pretendía la eliminación de los privilegios fiscales vascos y navarros, los privilegios ante la justicia de los aforados, la diferencia de financiación y de servicios entre las Comunidades Autónomas,  las diferencias legales e institucionales entre hombres y mujeres,…
 

Me gustaban sus propuestas sensatas enfocadas a la resolución de los problemas y no a la satisfacción de alguna ideología o de los intereses del partido. Me sorprendió gratamente su defensa de España, de la bandera y de los símbolos constitucionales, su persecución de la corrupción y de los corruptos, su objetivo de la necesaria regeneración democrática tan corrompida por el manoseo del bipartidismo y sus constantes concesiones a los nacionalismos…
 

Con la llegada de la crisis de 2007/2008, la gente empezó a hartarse de nuestra clase política llena de privilegios y corrupción mientras los ciudadanos las pasaban canutas. UPyD empezó a subir en las encuestas. El partido (o mejor dicho, sus dirigentes), bravos de por sí, se crecieron aún más. Lo apostaron casi todo a la lucha contra la corrupción. Sentaron en el banquillo de los acusados a entidades y a personas muy poderosas. Eran momentos de gran ilusión. Sabíamos que no íbamos a gobernar, pero parecía que íbamos a tener un gran respaldo ciudadano y que íbamos a hacer grandes cosas, que la gobernación de España iba a pasar por pactos con UPyD y, consecuentemente, por el cumplimiento de los objetivos de regeneración que UPyD pretendía. Qué ingenuidad la nuestra. Los poderes fácticos se conjuraron. Lanzaron una inmensa campaña de desacreditación contra la líder, Rosa Díez, probablemente el mejor político que había en España en ese momento. Realmente no podían atacar al partido porque era intachable. Fomentaron el ascenso de C’s desde la nada para ocupar el lugar de UPyD y derivar el voto de los descontentos con el bipartidismo. Incluso se inventaron que era casi lo mismo que UPyD. Difundieron por todos los medios visuales, escritos y radiados que Rosa Díez era autoritaria y personalista. Eso mientras aupaban el personalismo de Albert Rivera y de Pablo Iglesias, sin disimulo ninguno. Empezaron a airear encuestas amañadas en las que caía estrepitosamente UPyD a la par que subían quienes les interesaban. La gente, que es fácilmente manipulable, se tragó el anzuelo. Llegaron las elecciones municipales. UPyD, que llevaba años de buen trabajo, de dignidad, de limpieza, con el incuestionable aval de los servicios prestados a los españoles, fue apartado de la mayoría de los ayuntamientos. Los votantes colocaron en su lugar a C’s, que no habían hecho nada, pero que salían mucho en la tele. Fue algo realmente injusto y que demostraba el gran defecto de la democracia: lo fácil que resulta manipular al populacho para que vote lo que interesa a quienes manejan los hilos. Aunque ello implique su autodestrucción (como con el independentismo catalán).
 

Luego vinieron varias elecciones encadenadas y en cada cuál, UPyd más hundido. Hasta PACMA sacaba más votos. El resultado fue que los votantes dejaron fuera del parlamento al único partido que había luchado realmente por el interés de los ciudadanos y contra la corrupción (UPyD) y que los partidos más corruptos volvieron a ser los más votados (los que hacían política de partido). Con lo cual, el pueblo español lanzó un mensaje muy claro a los políticos: no merece la pena que se esfuercen contra la corrupción. Pueden robar tranquilamente, que no se lo tendrán en cuenta a la hora de votar.
 

Mientras, a lo largo de todo este trayecto, los más avispados (o chaqueteros) se fueron reubicando en otros partidos. La mayoría en C’s, que prometía poltronas. Otros, los mejores, fueron causando baja del partido y volvieron a sus menesteres. Al final quedamos cuatro idealistas, cada cual con sus virtudes y defectos, pero sin un líder carismático, sin gente de auténtico nivel que sustituyesen a los que se habían ido. Íbamos perdiendo la ilusión poco a poco. Los dirigentes del partido no nos movilizaban, no proponían iniciativas, ni siquiera se ponían en contacto con nosotros. Todo estaba cada vez más parado. Últimamente, el ser de UPyD consistía simplemente en pagar las cuotas mensuales. Algunos (3 en Extremadura) nos seguíamos reuniendo para charlar de política y lamentarnos por el abandono que padecíamos por parte del partido y por su carencia de iniciativas y liderazgo. Cada semana más desilusionados.  

Poco a poco se había hecho con el partido el colectivo LGTB. Siempre les apoyé en sus reivindicaciones con un retuit, aunque muchas veces me parecían demasiado victimistas y hasta absurdos en ocasiones. En las pocas veces en que les planteé una posición contraria a la Ideología de G€n€ro, éstos las justificaban diciendo que era la línea del partido (siendo falso). Yo les argumentaba que los estatutos de UPyD están en contra de la discriminación por razón de sexo. Los LGTB del partido justificaban esa discriminación con las soflamas de la Ideología de G€n€ro. Yo los ponía en evidencia puesto que ellos bramaban contra la discriminación por orientación sexual (homo) y promovían la discriminación por orientación sexual (hetero, claro). Y resulta que estos homosexuales pretenden que les apoye contra una discriminación que dicen padecer,  pero se niegan a apoyarme en la que yo padezco, e incluso fomentan que se me discrimine por mi orientación sexual hetero. No es esa la forma de hacer amigos y conseguir apoyos, ¿verdad?
 

Finalmente, en el III Congreso, consiguieron transmutar el partido de la igualdad en un partido más de discriminación en función del sexo o la orientación sexual. Así las cosas, estaba yo en un debate (o discusión) en tuiter con algunas feministas. Ya sabéis cómo son estas RadFem. Después de largo tiempo provocando, ofendiendo, insultando,… en fin, ya digo, ese tipo de feministas,… pues van y me denuncian ante el partido diciendo que las había insultado, que yo hacía apología de la violencia machista y todas esas cosas que suelen decir en sus habituales denuncias falsas. Y va el partido y se pone a los pies de las feministas y me suspende cautelarmente de militancia, sin preguntar. Pero resulta que yo estaba defendiendo la postura del partido ante la gestación subrogada (o vientres de alquiler). A mi, personalmente, el tema ni me va ni me viene. Pero el caso es que no se puede castigar a un afiliado y cargo orgánico por defender púbicamente las ideas del partido.
 

Esto fue la gota que colmó el vaso. Le envié una carta al partido explicándoles lo sucedido y afeándoles su postura. Ahí decidí dejar definitivamente UPyD. Este partido ya no el que luchaba contra las injustidicias, contra las deisgualdades, contra los privilegios. Ya no queda gente de nivel ni actidad. Ya no mantiene las políticas por las que nos afiliamos tantos idealistas que queríamos cambiar España, que queríamos regenerar la democracia española. Ahora es otro partido del montón, políticamente correcto y que pretende discriminar a las personas según su género.

No puedo pedir el voto a mis amigos y conocidos para un partido que va a utilizar ese voto contra ellos y contra sus hijos por haber nacido varones. 




P.D.:   Carta de respuesta al partido

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