A la gente nos va lo cómodo. A los políticos, que también son gente, también les va lo cómodo. Nuestros políticos tienen cargos que desempeñar y problemas que resolver. A veces son bastante difíciles de ventilar. No es ironía, lo digo en serio. Resuélvame usted el paro, la crisis económica, el terrorismo, la drogadicción, los conflictos sociales o políticos (internos y externos), la financiación,... No es fácil, no. Y si encima tienes a los ciudadanos echándosete encima, pues ya ni te cuento cómo se complica la cosa. Porque no olvidemos que el político depende del voto. Si los votantes se le revuelven, acabará dedicando más tiempo y recursos a no perder los votos que a solucionar los problemas. ¿Cómo? Como siempre: pan y circo. En la pocilga, ¿qué cochino chilla? el que no está comiendo. Vale, pues al que se quede en paro se le da una prestación por desempleo. Si se le acaba, se le da un subsidio para que siga cobrando. En ciertas zonas con un paro estructural, se crea el PER y así, entre unas cosas y otras, van tirando. Al que no tenga nada se le da una Renta Básica de Inserción. A los que van para mayores, la RAI. Para ciertos colectivos se disponen otras prestaciones económicas. En cualquier caso, los Servicios Sociales pueden gestionar distintas ayudas...¡Es que tengo derecho! Me dirán más de dos, ofendidos. Y tienen razón. Tienen derecho, claro. Por eso se lo dan. Pero no es sólo la gente, también para autónomos, empresas, cultivos,... Hay subvenciones a trochemoche. Algunas necesarias, otras beneficiosas y otras para afianzar la sociedad del chanchulleo y la sopa boba. Me refiero a casos como los del girasol: el agricultor echaba unas pipas al suelo, brotaba algo, el técnico certificaba que habían “plantado” girasol y se embolsaba una subvención. No tenía gastos (ni siquiera se molestaba en cosecharlas), no creaba empleo, no producía alimentos, sólo trincaba de lo público.
Y yo estoy de acuerdo en que el Estado debe amparar a los
ciudadanos que lo necesiten, que el fin del Estado no puede ser sangrarnos con
impuestos, tasas, multas,... y complicarnos la vida con leyes estrechas y
complejos trámites burocráticos. Pero no, no es esa la cuestión. La cuestión es
el modelo de Estado, el modelo de sociedad, el modelo económico. La actitud
"tengo derecho (a que me den)" está plenamente arraigada entre
nosotros. La han creado los distintos Gobiernos de los diferentes partidos. No
olvidemos que si tenemos esos derechos es porque los políticos han querido
aprobar leyes en ese sentido. Podían haberlas aprobado en cualquier otro. El
problema es que así no creamos una sociedad ni una economía productiva. Con
esta inducción política al apesebramiento de la sociedad consiguen los
políticos su objetivo de tener unos ciudadanos dóciles y unos votantes
relativamente contentos. Pero con eso, y con las trabas que ponen al flujo
natural de la economía, no acabamos de salir del país de la picaresca. Estamos
en un país europeo (sí), desarrollado (sí), pero no tanto. Moderno, pero no
mucho. Con constantes y altísimas tasas de paro, aunque paro subvencionado,
claro. Con un importante porcentaje de la economía sumergida (que todos
aseguran que van a eliminar, pero no pueden o no saben cómo). Y sin un
auténtico espíritu creativo y emprendedor que nos impulse a la vanguardia
social y económica.
Como modelo productivo está a la vista la eficacia del
norteamericano, pero no es eso lo que yo quiero para los españoles. El Estado
no debe convertir a los ciudadanos en productores. El objetivo del Estado debe
ser producir bienestar, seguridad y hasta felicidad a sus ciudadanos.
Para una mejor marcha de la economía, para generar riqueza,
para poder redistribuir la riqueza generada, para dar servicios y prestaciones
a los ciudadanos, el Estado debería estimular la creación de empresas. Debería
motivar a los jóvenes a desarrollar esas nuevas ideas, esa loca creatividad de
la adolescencia y de la juventud. Debería fomentar el espíritu emprendedor, dar
alas a quienes sueñan con un futuro próspero, en lugar de adormecerlos con un
poco de pienso en el pesebre.
Si se lo comentamos a algún político con cargo público nos
dirá que ya están haciendo todo eso y mucho más. Lo cual me recuerda este caso
reciente en mi ciudad: sacan una partida presupuestaria para fomentar la
estructura empresarial local, la enfocan a industria y servicios (olvidándose
de que aquí no tenemos industria y dejando fuera lo que realmente tenemos:
turismo), dan sólo 15 días de plazo para solicitarla, y entre restricciones y
requisitos, al final sólo se han presentado dos solicitudes. Pues más parece
que esté destinado a beneficiar a algún amiguete que a desarrollar la economía
de la ciudad. Y es que una cosa es solucionar problemas serios, especialmente
los estructurales, y otra muy distinta a lo que están acostumbrados los
políticos. Éstos suelen destinar grandes cantidades de dinero público más a
salir bien en los periódicos y en las estadísticas que a solucionar realmente
los problemas. En lugar de enfocarlo como un acto político o burocrático, habrá
que afrontarlo con un enfoque de ingeniería social. Se puede cambiar la
mentalidad y la actitud de la gente. Se puede guiar sus pensamientos y sus
convicciones. Incluso se puede hacer que todo el mundo esté plena y
profundamente convencido de algo que, en realidad, es completamente falso. Que
sí, que se puede. Ya sé que tú me dirás que a tí no te manipulan, que tú
piensas por tí mismo, que estás bien informado,... pero...
Es sabido que algunos hombres asesinan a sus hijos. También
algunas mujeres, claro, pero menos, muchas menos. Y si lo hace una madre es por
algún trastorno siquiátrico o algo parecido.
También es sabido el gran número de cáncer de mama que existe
y la necesidad de luchar y destinar
recursos contra esa lacra.
Pues bien, las cosas no son como nos creemos, sino que hacen
que así nos las creamos. La sociedad siempre ha sido manipulada por el aparato
propagandista de quien ostenta el poder en cada momento. Eso, en principio,
suena mal. Pero peor es cuando esa manipulación se hace para perjudicar. Si al
menos se hiciese para beneficiar a la sociedad...
Por cierto, no son los hombres los principales asesinos de
sus hijos, sino las mujeres. Esta afirmación escandalizará, ofenderá y le
parecerá falsa a la gran mayoría de la gente, pero es cierta. ¿Por qué existe
esa convicción de que los hombres son los asesinos de sus propios hijos y no
las mujeres? Porque así lo determina la propaganda del actual régimen
feminista.
Los medios de comunicación abren con la noticia de que un
padre ha asesinado a sus dos hijos. No paran ahí. Se extienden en los detalles.
Los cuentan de forma tendenciosa para predisponer al espectador. Cuentan que
había aprovechado el fin de semana que le tocaba pasar con ellos. Cuentan que
lo ha hecho para hacer daño a la madre (aunque nadie conozca el motivo real).
Se recrean en los detalles más macabros, desagradables, repugnantes, hirientes.
Cuentan cómo los pobres críos lloraban pidiendo ayuda mientra el padre los
mataba con sus propias manos y cómo la sangre se derramaba por sus
cuerpecitos,... Se alargan mucho más de lo que corresponde a la crónica de
sucesos. Ponen la fotografía de los niños felices, riendo, antes de ser
asesinados por su propio padre. Hacen comentarios lesivos que deshumanizan al
hombre.
Al día siguiente cuentan cómo ha sido detenido por la
Guardia Civil y alargan la historia con más detalles repugnantes, con más fotos
de los críos, con lágrimas de la madre, con opiniones de alguna “experta”,...
Al otro día sacan escenas de cómo lo han llevado ante el
juez y de cómo la gente le grita, le insulta, le amenazan exaltados. Destacan a
las hordas pidiendo linchamiento. Muestran nuevas fotos de los niños. Profieren
nuevas palabras de grueso calibre contra el padre. Dejan caer comentarios sobre
“violencia de género” y sobre la custodia de los hijos. Suben la adrenalina y
la indignación de la audiencia.
Al otro día siguiente cuentan cómo ha pasado su primer día
en la cárcel, las medidas que ha tomado el juez, y más detalles e imágenes de
los pobres niños asesinados. Imágenes del enterramiento de esos pequeños
féretros blancos. La madre y la familia llorando desconsolados. Fotos del
asesino. Fotos de los niños. Palabras graves. Estadísticas de niños asesinados
por sus padres (hombres heteros) sin indicar lapso de tiempo,...
Y así hasta que cumplan con el cupo que tengan establecido.
Crean la sensación de que todos los días hay hombres asesinando a sus hijos y
que lo hacen por machismo. Así consigue el feminismo de género dogmatizar que
los hombres son asesinos por naturaleza y que no deben tener los mismos
derechos que las mujeres, como los nazis dogmatizaron con los judíos o el
apartheid de Sudáfrica dogmatizaba con los negros.
Algunas veces también dan la noticia de que una mujer ha
matado a sus hijos, pero sólo algunas veces, no todas. Despachan la noticia en
pocos segundos. No se esmeran en los detalles, salvo las justificaciones o
atenuantes que podía tener la madre para matar a sus hijos: "estaba en
tratamiento siquiátrico" o "había tenido depresión" o
"estaba en paro y la iban a desahuciar" o una de las favoritas:
"había sido maltratada". Por supuesto, no ponen fotos de los niños,
ni lágrimas de los familiares, ni indignación popular por el asesinato cometido
por la madre, ni políticos guardando minutos de silencio,... Lo que sí suelen
poner justo después es una noticia en la que el malo sea él recreándose en
detalles repugnantes. Lo de ella pasa desapercibido.
Realmente, la mayoría de los niños son asesinados por sus
madres, aunque todo el mundo piense lo contrario:
Al menos 22 menores muertos por violencia doméstica de mujeres en el año 2013
43 madres mataron a sus hijos menores de cinco años
43 madres mataron a sus hijos menores de cinco años
Sobre el cáncer de mama... Habría que tener en cuenta la cantidad de campañas que se hacen de autodetección, campañas de apoyo, maratones, día mundial, subvenciones, tiempo dedicado en medios de comunicación, en actos políticos, recursos para investigación... es de suponer que es el cáncer que más afecta a la humanidad con mucha diferencia y por eso es el único que tiene gran visibilidad, recursos y apoyos. Pues no, resulta que no. Si alguien te dice ¿y el cáncer de próstata? ¿por qué no se dedican los mismos medios y recursos a luchar contra él? Seguro que te dicen: “Es que habrá muchos menos casos”. Pues no, tampoco eso es cierto sino todo lo contrario.
--> Los tumores más frecuentemente diagnosticados para la
población general en España en el año 2012 fueron:
- cáncer de colon (32.240 casos nuevos),
- cáncer de próstata (27.853 casos nuevos),
- cáncer de pulmón (26.715 casos nuevos),
- cáncer de mama (25.215 casos nuevos)
- cáncer de vejiga (13.789 casos nuevos).
Según aecc la incidencia de cáncer de mama anual es de uno 26.000 casos. El de próstata fue de 32.641 en 2014
Está claro que vamos a pensar y a creer lo quieran que pensemos y que creamos, es sólo cuestión de dinero. Siendo eso así, ¿por qué no utilizar esos medios para crear una sociedad emprendedora, para animar a la gente desarrollar sus ideas, a intentar llevarlas a la práctica, en lugar de adormecerlos y apesebrarlos para que no molesten?
El Estado debe inducir a la gente a embarcarse en su propio
sueño e intentar llevarlo a buen puerto.
La gente, especialmente los jóvenes, sueñan con un futuro
próspero. Hay que darles alas, no anestesiarlos. La gente es creativa, quiere
desarrollar nuevas soluciones a los problemas, nuevos productos, nuevos
servicios, nuevos enfoques,... Es necesario que se sientan respaldados. Es
necesario que haya un apoyo político y un reconocimiento social. No puede ser
que ante el tremendo éxito de Inditex (Zara), algunos se dediquen a atacar y a
desprestigiar a Amancio Ortega. Todo lo contrario. Hay que repudiar la envidia
malsana. Quien triunfa debe recibir el reconocimiento de la sociedad, debe
tenerse como referente, debe ser un modelo a seguir.
No es bueno que a los españoles se les cree esa angustia de
tener que alcanzar el éxito empresarial y económico ni que la sociedad española
quede divida entre "winners" y "losers". Pero tampoco es
bueno que la aspiración de los jóvenes sea el vivir de un sueldo público o
apañarse con alguna subvención o ayuda pública. No podemos construir una
sociedad próspera viviendo de subsidios. Es necesario crear empresas, crear
empleo, crear riqueza, crear bienes que incrementen nuestro bienestar. Es
necesario animar a la gente a emprender y ayudarles en su emprendimiento. Es
importante que se reconozcan los méritos de quienes los tienen. Es necesario
que los políticos dejen de comprar el voto
de la gente con subvenciones y empleo público (muchas veces precario) y
que fomenten el espíritu emprendedor y el tejido económico. Es necesaria una
regeneración democrática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Exprésate libremente, dí lo que quieras decir, y hazlo sin perder las formas ;-)